Hace algunos años, el expresidente de la República de Costa Rica Óscar Arias Sánchez, dijo que se debía hacer una reforma constitucional y llamar a una asamblea constituyente, debido a que el documento que protege toda nuestra soberanía no le "permitía" gobernar. Hoy en día, me he encontrado a muchas personas que piensan que se debe rehacer la constitución política, ya que lo ven como un documento desactualizado para las épocas actuales.
Sin embargo, yo no puedo evitar cuestionarme qué tan prudente sería "crear" una nueva carta magna para el país... Costa Rica se ha caracterizado desde la implementación de los Programas de Ajuste Estructural -PAES- (iniciados por Óscar Arias), por optar hacia un camino de privatización; en otras palabras, en la aplicación de ideas neo-liberales, en donde el Estado no tiene por qué controlar las políticas del mercado, siendo estos últimos los que ostentan el poder sobre la vida humana.
Por otro lado, si se piensa cuáles han sido los presidentes de la Républica desde décadas recientes, todos se han caracterizado por tener algún estatus económico alto y pueden que con empresas privadas, a quienes les falicitaría la inclusión de medidas que no sean controladas por el Estado, para la salvaguarda de los intereses propios y las grandes transnacionales. Dado caso, se preguntarán ¿a qué viene todo esto? Pues es muy simple, si analizamos friamente quienes tienen el poder político en Costa Rica, encontramos que son los que poseen un gran poder económico. Muy difícilmente una persona de clase media y honrada podría ocupar el cargo de Presidente de este país.
Ahora, yendo al punto central que compete en este tema, nos encontramos que si se realizara una asamblea constituyente, serían las clases dominantes, esos que han sido presidentes y tienen gran poderío económico, los cuales no les interesa el pueblo; quienes pondrían las personas encargadas en representar sus intereses ante una reforma constitucional. Siendo así, la verdadera derrota de las clases pobres y medias del pueblo costarricense. En palabras más crudas: una venta real y atroz del país.
Cada vez que se me viene a la mente la idea de la asamblea constituyente, no puedo evitar a remontarme al caso de Argentina, en donde una reforma constitucional le permitió al presidente hacer lo que quisiera con los activos del Estado. Mientras él se enriquecía cada vez más, el pueblo se empobrecía, siendo esto uno de los tantos factores que llevaron a la crisis económica del 2001 en esta nación (ver el documental "Cuando la Argentina fue estafada por sus políticos" para mayores referencias).
Puede ser que las leyes costarricenses son demasiados permisivas, pero no comparto la idea que la culpa esté en nuestra vieja Constitución Política. Soy de la creencia que el problema real está en la corrupción de las altas esferas de poder y en la "estupidización" del pueblo. Además, en este país echarse la constitución política abajo es demasiado fácil. Sólo se debe tener las "argollas" dentro de la Sala IV para que esto suceda; como lo fue con la eliminación de la prohibición de la reelección presidencial. Esta norma era totalmente constitucional, empero un grupo de magistrados la declaro inconstitucional (un poco contradictorio ¿no?).
Por eso creo que es mejor alertar que una reforma constitucional no es lo que necesitamos, sino que ocupamos hacer una limpieza profunda de los poderes del Estado. Si las personas imparciales y que velan por los intereses de los demás (realmente) ocuparan los poderes gubernamentales, no se ocuparía reformar la Constitución Política, ya que Costa Rica sería por y para el pueblo, como realmente debe ser.