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domingo, 27 de octubre de 2013

¿Qué pasa en Costa Rica?

Hace un tiempo que Costa Rica está en campaña electoral. Ya sale la presidenta usando los colores verde y blanco cuando puede, sale Jonhy Araya inaugurando o en actividades políticas de gran envergadura, salen los anuncios de desprestigio contra los otros contendientes políticos, se destapan los casos de corrupción que deslegitiman las instituciones del Estado y falta más... Pero, es necesario realizar un análisis somero de los hechos transcurridos en este corto lapso de tiempo.

En estos días a salido a la luz ataques contra el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), donde se le acusa de existir parcialidad y favoritismo contra un partido político. Esto no es para menos, si consideramos que este órgano no ha tomado cartas en el asunto para amonestar al PLN por poner vallas en instituciones públicas (como el caso del gimnasio y el colegio de médicos), las famosas redes de trabajadores en instituciones públicas, tardó en pronunciarse contra las famosas caravanas de la salud y empeora al no fiscalizar las actividades de ese partido, en tanto pasa demasiado pendiente del Frente Amplio.

Estos hechos, difundidos en su mayoría por redes sociales, propician un creciente descontento contra un órgano que se supone que es garante del proceso democrático, sin parcialidad política inminente, aunque la historia y la injerencia política han propiciado que todo esto se esté desarrollando. Hay que recordar que esta institución del Estado ha caído en crisis de legitimidad previamente ante el Frauderendum y en las elecciones que Óscar Arias había ganado previo a Laura Chinchilla, donde diversos actores sociales no han catalogado como acertados los resultados dados en estos procesos democráticos y que alienta la percepción de la "mano invisible" del poder moviendo hilos detrás de sus dirigentes.

Creo que el problema más grave que tiene el TSE y cualquier juez de la república o funcionario del Poder Judicial es que el nombramiento lo realiza el Poder Legislativo. Es decir, son los mismos partidos políticos, actores sociales que concentran el poder, quienes nombran las personas que deberían ejercer la justicia imparcial dentro de nuestro sistema de gobierno. Se pierde completamente la concepción de la Revolución Francesa donde el Estado se divide en tres para que un poder no infiera favoreciendo al otro. Se pierde la teoría de los contrapesos del poder.

Otra preocupación es la forma en que se está realizando la campaña electoral. Se están recurriendo a tácticas del miedo y a la falsa legitimidad del candidato para que el oficialismo no pierda el poder. Es preocupante, porque al salir Jonhy Araya en ciertos medios en eventos importantes inaugurando o al lado de Chinchilla se le crea al imaginario colectivo de que él ya cumple el rol de presidente. Además, recientemente han explotado campañas contra partidos como el Frente Amplio, donde se está buscando crear la idea en la población de que la izquierda es mala, lo cual tampoco es cierto.

Muchas personas critican los gobiernos de izquierda por desconocimiento. Lo interesante de todo ello es no critican las alianzas del gobierno de turno con China (país comunista), Estados Unidos (presidentes militarizados), con Panamá (presidente que reprime pueblos indígenas), entre otros. Los gobiernos de izquierda no son un mal, solo busca la real igualdad de condiciones, lo que no implica la destrucción de la economía, sino que las empresas multimillonarias realmente paguen lo que deben, que los empleados tengan trabajo digno, donde la banca del desarrollo sea una realidad y no una forma de destrozar sueños, entre otras virtudes más.

Pero esto no es un escrito de crítica entre la izquierda o derecha costarricense, sino de la forma en que la campaña electoral de está desarrollando. En cómo las clases del poder están jugando de manera mal intencionada con la percepción de los y las costarricenses, lejos de promover el pensamiento crítico y los valores democráticos que deben existir.

Una campaña electoral justa debería promover el respeto ideológico, no volverse una trinchera donde las estructuras del poder intentan crear una mala imagen del competidor como estrategia. Debería existir el diálogo constructivo, que sea garante de construir ideas, lejos de promover la intolerancia. Es increíble que las mismas estructuras de poder que se encargan de la fiscalización del proceso, actúen como policías represivos de la práctica electoral. Estoy de acuerdo en que se deben realizar ciertos trámites para algunas formas de llamar al elector, mas hay resoluciones que rayan en lo absurdo, como lo es entorpecer el proceso para dar a conocer los y las candidatas.

Considero que en Costa Rica no ha existido desde hace años una apertura a respetar los ideales de las otras personas, sino que existe una competencia tan voraz que perdemos completamente el norte de la construcción conjunta de un proyecto país. Se torna aun más preocupante que se le da mayor preponderancia a la discusión por redes sociales, pero no se habla con los vecinos o las personas sin acceso a estos medios de comunicación sobre lo que acontece en nuestra nación, teniendo en cuenta que los medios de comunicación funcionan a favor de la ideología dominante o en pro del mercado que les permita vender más noticias.

Los hechos hablan más que mil palabras, pero a veces necesitamos transmitir de forma respetuosa lo que acontece, no intentando imponer criterios, sino dando insumos para crear pensamientos críticos sobre lo sucedido. Soy consciente que mis ideas no son la verdad absoluta, pero sí quiero que funcionen como una opinión de varias situaciones con el afán de crear discusiones constructivas, porque es lo que nos hace políticamente democráticos, de alguna u otra manera crear un consenso de lo que podrá ser un proyecto país, y si no se puede armonizar las ideas, no crear flancos de ataque, sino de respeto mutuo en pro de la sana convivencia dentro de nuestra sociedad.